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La muerte se viste de blanco


La muerte se viste de blanco
con sus ojos oscuros
y su guadaña en lo alto.



Es un asalariado
que nunca descansa
que no detiene sus manos.



Te besa en la frente
y te lleva de paseo
en una barca de hielo
que se ancla en el Hades.



La muerte se viste de blanco
superposición de colores
lágrimas en su manto
ganzúa de inmaculados.



Pero, la belleza de la muerte,
nunca pasa de largo
cierras los ojos
los labios, los oídos santos.



Y tu cutis, por unos segundos eternos,
se cubren de porcelana
de sosiego perfecto.



La muerte se viste de blanco
pasea por la vida que te han dado
no corras, ve despacio.



La muerte se viste de blanco
alondras en el cielo
lirios en lápidas de mármol.



©Anna Genovés
28/01/2016
Modificada 02/04/2016


Strange Day - The Cure [Subtitulos Español]







"Ahora, en cuanto a usted, señora Mina, esta noche es el fin, hasta que todo vaya bien. Nos es usted demasiado preciosa para correr riesgos semejantes. Cuando nos separemos esta noche, usted no deberá ya volver a hacernos preguntas. Se lo explicaremos todo a su debido tiempo. Nosotros somos hombres, y estamos en condiciones de soportarlo, pero usted debe ser nuestra estrella y esperanza, y actuaremos con mayor libertad si no se encuentra usted en peligro, como nosotros."

Todos los hombres, incluso Jonathan, parecieron sentir alivio, pero no me parecía bueno que tuvieran que enfrentarse al peligro y quizá reducir su seguridad, siendo la fuerza la mejor seguridad..., sólo por tener que cuidarme; pero estaban decididos, y aunque era una píldora difícil de tragar para mí, no podía decir nada. Me limité a aceptar aquel cuidado quijotesco de mi persona. El señor Morris resumió la discusión: —Como no hay tiempo que perder, propongo que le echemos una ojeada a esa casa ahora mismo. El tiempo es importante y una acción rápida nuestra puede salvar a otra víctima.

Sentí que el corazón me fallaba, cuando vi que se acercaba el momento de entrar en acción, pero no dije nada, pues tenía miedo, ya que si parecía ser un estorbo o una carga para sus trabajos, podrían dejarme incluso fuera de sus consejos. Ahora se han ido a Carfax, lo cual quiere decir que van a entrar en la casa. De manera muy varonil, me han dicho que me acueste y que duerma, como si una mujer pudiera dormir cuando las personas a quienes ama se encuentran en peligro. Tengo que acostarme y fingir que duermo, para que Jonathan no sienta más ansiedad por mí cuando regrese.

Extracto de Drácula


Bram Stoker   




Falta de amor

Falta de amor
rosa con espinas
pétalos de hielo
besos almibarados
caricias en el espejo.


Árboles sin ramas
raíces sin techo
cuerpos sudorosos
letargo de invierno.


Mente de cristal
recompuesta con Loctite
hachazos en el alma
mujer que se derrite.


Caminos sinuosos
con pendientes diáfanas
montañas abruptas
mañanas claras.
Pide amor
pide amar
pide perdón
nada le dan.


Interior de fuego
exterior de niña pequeña,
el cigarrillo se acaba
y la mesa se pliega.


La orilla se llena de espuma
las olas portan calaveras
muñeca de trapo
juguetes sin tregua.


Caprichos de la vida
que se van sin un te quiero
princesa sin príncipe
vientre materno
capullo que no se abre
sol sin fuego.


© 2015 Anna Genovés
Asiento de la Propiedad Intelectual
09/2015/430
ISBN-10 1522923373
ISBN-13 9781522923374


P.D. 2º Poema del poemario Pasillos nocturnos de lectura gratuita en Amazon.



Björk - Come to me (Subtitulada al Español)



Falta de amor

by on 14:41:00
"Ahora, en cuanto a usted, señora Mina, esta noche es el fin, hasta que todo vaya bien. Nos es usted demasiado preciosa ...






¡Oh, los bellos atardeceres! Ante los brillantes cafés de los bulevares, en las terrazas de las horchaterías de moda, ¿qué de mujeres con trajes multicolores, qué de elegantes "callejeras" dándose tono!
Y he aquí las pequeñas vendedoras de flores, que circulan con sus frágiles canastillas.
Las bellas desocupadas aceptan esas flores perecederas, sobrecogidas, misteriosas...
-¿Misteriosas?
-¡Sí, sí las hay!
Existe, -sépanlo, sonrientes lectoras-, existe en el mismo París cierta agencia que se entiende con varios conductores de los entierros de lujo, incluso con enterradores, para despojar a los difuntos de la mañana, no dejando que se marchiten inútilmente en las sepulturas todos esos espléndidos ramos de flores, esas coronas, esas rosas que, por centenares, el amor filial o conyugal coloca diariamente en los catafalcos.
Estas flores casi siempre quedan olvidadas después de las fúnebres ceremonias. No se piensa más en ello; se tiene prisa por volver. ¡Se concibe!
Es entonces cuando nuestros amables enterradores se muestran más alegres. ¡No olvidan las flores estos señores! No están en las nubes; son gente práctica. Las quitan a brazadas, en silencio. Arrojarlas apresuradamente por encima del muro, sobre un carretón propicio, es para ellos cosa de un instante.
Dos o tres de los más avispados y espabilados transportan la preciosa carga a unos floristas amigos, quienes gracias a sus manos de hada, distribuyen de mil maneras, en ramitos de corpiño, de mano, en rosas aisladas inclusive, estos melancólicos despojos.
Llegan luego las pequeñas floristas nocturnas, cada una con su cestita. Pronto circulan incesantemente, a las primeras luces de los reverberos, por los bulevares, por las terrazas brillantes, por los mil y un sitios de placer.
Y jóvenes aburridos y deseosos de hacerse agradables a las elegantes, hacia las cuales sienten alguna inclinación, compran estas flores a elevados precios y las ofrecen a sus damas.
Estas, todas con rostros empolvados, las aceptan con una sonrisa indiferente y las conservan en la mano, o bien las colocan en sus corpiños.
Y los reflejos del gas empalidecen los rostros.
De suerte que estas criaturas-espectros, adornadas así con flores de la Muerte, llevan, sin saberlo, el emblema del amor que ellas dieron y el amor que reciben. 

Cuento Flores de las tinieblas de Villiers de L'Isle Adam


Vacía

Estoy vacía
sin vómitos en el cuerpo
con pesadez en la espalda
y el corazón lento.


Me quema la mañana
la tarde de invierno
la bicicleta que pasea
el niño muerto.


Me quema la tarde baldía
el saco de dormir en el cesto
la ropa tendida
el anciano muerto.


Me quema la noche infinita
los labios prietos
las nalgas contraídas
el amor muerto.


Me quema la llegada de la hoz
las espigas de trigo espeso
los árboles sin ramas
el centeno.


Su guardia y su guarida.
los cadáveres interfectos
los sonajeros sin ruido
el viento.


El desierto sobre el rostro
los ojos de lobo quieto,
tu pecho.


Los días efímeros
el autobús sin pasajeros
las ventanas abiertas
el tedio.


©Anna Genovés
Asiento Propiedad Intelectual
09/2015/430



P.D. Primera poesía del poemario Pasillos nocturnos que Amazon ofrece gratuitamente.


Richard Hawley - Nothing Like A Friend


Vacía

by on 20:02:00
¡Oh, los bellos atardeceres! Ante los brillantes cafés de los bulevares, en las terrazas de las horchaterías de moda, ¿qué ...





La triscaidecafobia  y el caos tenebroso

La triscaidecafobia es el miedo irracional al número trece. Se considera normalmente una superstición. La fobia específica al viernes 13 se llama Parascevedecatriafobia (la Parasceve es la preparación de la Pascua), collafobia o friggaatriscaidecafobia (la palabra Friday, «viernes» en inglés, procede del nombre de la diosa vikinga Frigga).

El pavor a dicho número, parece originarse en la Última Cena de Jesús –a la que asistieron trece personas—, y, este último, fue ejecutado poco después. Germinó en la Edad Media, muy proclive a las supersticiones. En el panteón nórdico, Loki era el treceavo dios. La cristianización lo transformó en Satán, el treceavo ángel caído.

Otro dato que apunta a la animadversión hacia dicho número, es que los últimos Templarios fueron quemados en la hoguera el viernes 13 de octubre 1307. Jacques de Molay, último gran maestre, maldijo ante el tribunal de Dios al rey Felipe IV de Francia y al Papa Clemente V –quienes murieron en menos de un año.

Extracto tomado de Wikipedia

Ahora, anotaremos otra fecha: conocen nuestros miedos…




El caos tenebroso


Hay ojos en las paredes

que te miran cuando descansas

te escuchan cuando hablas

se aproximan a tu cuerpo

queriendo beberte.

Presagio de crímenes;

dolor en las entrañas.

La maldad habita en las paredes

y se cuela por las ventanas.

El horror existe

no hace falta que lo imagines

está cerca

de nuestros cuerpos

y nuestras penas,

sorbiendo las mentes

apropiándose de los sueños,

eliminando la ilusión

que nos queda.

Nos roban el corazón

y el alma, si pueden;

seres que habitan a caballo

entre la vida y la muerte:

el caos tenebroso.

El diablo es su amo,

ellos, la simiente.

Se llaman terror,

dolor y exterminio sus apellidos,

pero no tiembles.

Son los hombres del saco, maléficos duendes.

No los escuches

no los mires

y si aparecen en tu camino

pregúntales quiénes son;

se marcharán huyendo,

arácnidos en sus telas,

que nunca te dejarán libre

y siempre estarán cerca.

Si notas miradas en el cogote

vuélvete y saca la lengua,

y que tu lengua sea una daga.

No dejes que carcoman tu psique

y abofeteen tu conciencia.

Llora lágrimas

expía condenas

no temas verlos

y sueña mientras puedas.

No importa que sea un once,

un siete o un trece:

son muerte.


©Anna Genovés
13/11/2015
Imagen tomada la de la red.

P.D. Dedicado a todas las víctimas del terrorismo.









«¡Lestat!» dijo en una susurro. «Ven.»

Los pensamientos fluían de ella sin sonido con las palabras que la vieja reina vampiro me había dirigido tantos años atrás, bajo el cementerio de les Innocents: 

Desde mi lecho de piedra, he tenido sueños sobre el mundo mortal de ahí arriba. He oído sus voces, sus nuevas músicas como canciones de cuna acompañándome en mi tumba. He imaginado sus fantásticos descubrimientos y he conocido su valentía en lo más recóndito de mi mente. Y, aunque ese mundo me excluye con sus formas deslumbrantes, añoro la existencia de alguien con la fuerza suficiente para deambular por él sin miedo, para recorrer la Senda del Diablo en su propio seno.

«¡Lestat!» volvió a susurrar, con una expresión trágica en su rostro de mármol. «¡Ven!»

—¡Ah, amada mía! —exclamé, notando el sabor amargo de la tierra entre mis labios—. ¡Si

Extracto de Lestat el vampiro
Anne Rice



Nada veremos

Las hojas cubren el suelo
las mañanas se hacen perezosas
y las tardes languidecen,
por las noches te acurrucas
y los sueños desfallecen
lunas tristes
y durmientes.


Despiertas animado
desayunas y vas al trabajo
personas en los semáforos
vehículos apoltronados
niñas con buñuelos;
se acabaron los helados
los baños de sol
los sudores empapados
beber agua continuamente
y dormir cubiertos de olas.



Asoma el otoño:
un día cálido y otro sin sol
un día lluvioso y otro claro,
la muerte
trabaja con tesón,
nos vamos uno a uno;
cuentas de collar
rosario impenitente
crucifijo y extremaunción
sacerdote que se apura
para verte.



Morimos sin aire
dejamos el mundo,
las noches de luna
y los días con sol,
las hojas de los órboles
y el amor,
nada veremos
bajo una lápida
que rezará nuestro nombre.



Nada veremos
en la caja de madera
que será nuestro lecho
in memoriam,
las cuencas estarán vacías
y llegará el adios,
nada veremos
aunque los pájaros aleteen
y el viento brame.



Estaremos bajo tierra
junto a otros cadáveres.



©Anna Genovés
Propiedad Intelectual V – 490 – 14

Sister of mercy – Marian




Nada veremos

by on 22:00:00
«¡Lestat!» dijo en una susurro. «Ven.» Los pensamientos fluían de ella sin sonido con las palabras que la vieja reina vampir...





«No sólo lo reconocieron, sino que lo relacionaron con toda una serie de informaciones acerca de mí que habían leído en un libro. De hecho, les pareció magnífico que no pretendiera ser un vampiro cualquiera. Ni, por supuesto, el conde Drácula.

Todo el mundo estaba harto del conde Drácula. Los jóvenes consideraron maravilloso que me hiciera pasar por el vampiro Lestat. —¿Cómo que «hacerme pasar»? —protesté, pero ellos se burlaron de mi exagerada teatralidad, de mi acento francés.

Les contemplé durante unos instantes y probé a sondear sus pensamientos. Por supuesto, no había esperado que me creyeran un vampiro de verdad; pero que hubieran leído algo sobre un vampiro de ficción con un nombre tan insólito como el mío..., ¿qué explicación tenía? Noté que empezaba a perder la confianza en mí mismo. Y cuando pierdo la confianza, mis poderes se resienten. El pequeño estudio de ensayo pareció empequeñecer, y los instrumentos, los cables y las antenas tenían algo de insectos amenazadores. —Enseñadme ese libro —dije entonces.

Los chicos trajeron de la otra habitación una pequeña novela en edición barata que se caía en pedazos. La encuadernación había desaparecido, la cubierta estaba rota y el libro se mantenía junto gracias a una goma elástica. Tuve una especie de escalofrío sobrenatural al contemplar la cubierta.

Confesiones de un vampiro. Trataba de un muchacho mortal que conseguía la historia de un no muerto. Con permiso de los jóvenes, pasé a la otra habitación, me eché en la cama y empecé a leer. Cuando llevaba leída más de la mitad, cerré el libro y dejé la casa de los músicos. Me detuve de pie con el libro bajo una farola de la calle, y allí permanecí hasta que lo hube terminado. Luego lo guardé con cuidado en el bolsillo interior de la chaqueta.»

Extracto de Lestat, el Vampiro

Anne Rice



Adiós

Salió de casa dispuesto a comerse el mundo y al doblar la esquina, un coche lo atropelló. Los semáforos en ámbar; las cuestas hacia abajo, los músculos hechos polvo y el Citizen, frenó.

Despertó en una cama
apenas vivía...
caminando por la calzada con su pitillo
y su cerveza
a la par que miraba el sol.

No recordaba su nombre ni tampoco su amor. Sabía que le gustaba un perfume y una bata de algodón. Se dispuso a seguir soñando para detener la vida en ese preciso instante.

Aspiro el oxígeno de sus pulmones
movió a la inversa
las manillas del reloj
volvió al patio
que no recordaba
y regresó a la casa que evitó.

Sintió en sus pómulos el beso de alguien sin rostro a quien amó. El esfuerzo le produjo un coágulo: la sangre voló. Ni temía a la muerte ni temía al horror.

Los sonidos infernales de los vehículos
los tumultos repletos de gente
los centros comerciales oscuros
su miedo, huyó
cerró los ojos.

El ataúd quebró la tapa, el hoyo siguió su curso; las notas musicales envolvieron su cuerpo extinto entre el musgo de las flores yermas y las lágrimas de una dama.

Estaba muerto y enterrado. El vehículo anaranjado, lo partió en dos. Los clichés de su vida, recordaron los últimos momentos; el beso no dado; el abrazo no sentido: el adiós.

©Anna Genovés
04/01/2014
Modificada
19/09/2015
Propiedad Intelectual V― 490 ―14
Imagen tomada de la red. Modelo, Tilda Swinton


Trance to the Sun – Homewrecker


Adiós

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«No sólo lo reconocieron, sino que lo relacionaron con toda una serie de informaciones acerca de mí que habían leído en un li...