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Confesiones de una escribidora de medio pelo

Hace tiempo que deseaba hablaros de mi escritura; tenía algunas ideas por aquí y otras por allá, pero nunca me decidía... Hoy, mientras ordenaba varios cajones, han surgido un sinfín de poemas y relatos de la infancia. También algunas novelas escritas en la juventud. Era el momento idóneo para confesarme.

Vista la enorme cantidad de trabajo, me he preguntado a mí misma: «¿Qué queda de esa Anna ermitaña, ingenua, sensible y vacilante?». Sin nostálgicas ni pañuelos, puedo aseguraros que soy la misma. Una cosa es lo que escribo, y, otra, muy distinta, mi vida.  Esta última nunca me agradó lo suficiente como para airearla. Por este motivo, compongo ficción y punto. No obstante, existen concesiones.

Las emociones transitan por un callejón de vía única. Cuando llego a la plaza se enganchan al principio para recorrer idéntico trayecto: una pescadilla que se muerde la cola eternamente. Al fin y al cabo, de eso trata la vida. Nacemos solos, necesitados de cariño. Y morimos del mismo modo... salvo excepciones.

Una amiga de la infancia me dijo hace unos meses: «Ana te recuerdo con esa libretita que llevabas a todas partes para escribir historias». Mi vocación por la escritura nació el mismo día que abrí los ojos y empecé a llorar cuando cachetearon mis nalgas: un universo paralelo a mi existencia y relegado a las horas de asueto o de insomnio perpetuo.

Pero, las biografías, son crueles, injustas y monótonas. Demasiadas charlas de moralina diciéndonos que vivir es lo mejor que nos ha sucedido; no opino lo mismo. Psicólogos y psiquiatras se afanan en la creación de Un mundo feliz  bisoño. A menudo, intentan lavarnos el cerebro para que luzcamos con una sonrisa Profidén tras medicarnos Prozac o sucedáneos.

Pues… lo siento, señores y señoras, amigos, fanes, haters, seguidores... Soy demasiado mayor para creer que vivir es la panacea de la Vía Láctea. La realidad es una lucha constante en un cuadrilátero de acero. Huxley ya lo dijo todo al respecto. Por si acaso, tenemos al pimpollo Christine Lagarde (directora-gerente del FMI), de 60 primaveras, para recordárnoslo en su artículo: «Los ancianos viven demasiado». Os recomiendo su lectura, es corto y no tiene desperdicio, ¡ya le vale al dinosaurio! Se habrá quedado descansada.

Lo sé. Estoy divagando... Saco un señuelo y lo escondo. Pues nada, aquí me quedo. ¿Qué queréis que os diga? ¡Ah! Sí. Casi se me olvida. Por fin lo he conseguido: ahora escribo de verdad; ya no es una utopía perdida en Ítaca. Soy una escribidora de medio pelo que se autopublica en Amazon. ¡Me encanta! Un pero: demasiado trabajo para una sola persona. Intento  reavivar las brasas amanuenses del pensamiento fatídico que me consume, día a día. Aunque me echen huevos a la cara o el piropo más gentil que me digan por anónimo interno, sea: «Eres una pedorra guarra». Son tantas las tartas que ha colisionado en mi rostro que me he dicho a mí misma: «Date el gusto de mostrar ese papelito que firmaste hace tiempo para dejar con la boca abierta a más de un hater deslenguado e ignoto de los que rulan por la red». Helo aquí:

No seré una juntaletras pésima cuando dicho contrato se rubricó con el borrador de la novela El legado de la rosa negra. Primero, leyeron las galeradas. Después, el manuscrito fue examinado por el equipo de lectores expertos de la Agencia; pasó el corte favorablemente. El absurdo: a posteriori, nunca remití a Antonia Kerrigan, una de las mejores Agentes Literarias de España, la revisión de esta u otra obra.

Este acuerdo también ha aparecido mientras organizaba cajones... Cada vez que lo veo me entra diarrea. Desconozco si soy buena o mala escribidora; yo diría que hay peores con laureles y mejores en la indigencia más absoluta de las letras. Sin embargo, tras reencontrar este protocolo olvidado en El baúl de los recuerdos, me declaro gilipollas por no haber exprimido al máximo esta oportunidad que me brindó la vida en su momento.

En realidad, estoy cansada de boxear: demasiados rounds sobre la espalda, sobrados puñetazos en mi maltrecho cuerpo. Cuelgo los guantes por una temporada que durará una ráfaga de viento o un milenio de hielo. Según curen las heridas. Según se enderecen los dedos. Según el cerebro se oprima. Según las lágrimas sequen mi cuerpo.


Novelas publicadas hasta el momento en Amazon


No, no, no... Nada de eso. Olvidad el último párrafo: soy una luchadora. Así que, este impasse durará lo mismo que un caramelo a las puertas de un colegio. El lunes me compró unos guantes de boxeo profesional y sigo el camino que me he propuesto: «Me echen huevos o tartas. Me la sopla». 

«El más torpe sabe más en su casa que el sabio en la ajena». Cervantes

©Anna Genovés
29/10/2016

P.D. Antonia Kerrigan tiene tres décadas de experiencia y representa a 150 autores; muchos de ellos superventas.


 


La señorita Merche

 

 

Merche olía a jabón

a flores recién cortadas

a deseo entre las piernas

a ternura deseada

 

 

Hacía tanto calor que no cantaban ni las chicharras. La sucursal estaba vacía y yo aburrido como una ostra. De repente, abrió la puerta y entró; una aparición celeste con pasos distinguidos de dama. Sus tacones repicaron en mis oídos.

 

―Buenos días joven. Quiero ingresar doscientos euros en mi libreta de ahorros ―dijo (con su voz modulada) haciendo hincapié en la dicción de las palabras agudas y esdrújulas.

 

Leí: «Mercedes Luján Ródenas». No me había equivocado. ¿Cómo iba a hacerlo? Su cabello taheño y su rostro de porcelana. Me puse como un flan. Era incapaz de contestar. La boca me temblaba y un ligero rubor enardeció mis mejillas.

 

***

 

Luces de colores se fundieron en mi cabeza y ahí estaba yo brincando frente a la Academia Levantinos donde íbamos los niños de casa bien descarriados...

 

― ¡Juanito! ¡Juanito! ―gritaron desde una de las ventanas―. Date prisa que ya viene.

 

―Ya voy. ¡No me pierdo su entrada! ―contesté mientras salía como un rayo entre los vehículos aparcados.

 

Y, ¡zas! Empapelé la luna frontal del Seiscientos que pasaba. El mundo cambió de color. Pasé de las tonalidades fuertes a la negrura más absoluta. Después, a los pasteles de las acuarelas de Sorolla.

 

―Ya vuelve en sí ―escuché que decían.

 

― ¿Y cómo ha vuelto? ―era la voz de mi madre.

 

Risas y lloros entre sábanas blancas de algodón almidonado y monjas con caras circunspectas que desconocían la sonrisa. Desde entonces, todas las mañanas desperté en esa nebulosa azucarada de ensoñaciones hermosas. Al final, descubrí que ese fluido que manchaba la cama podía surgir en cualquier momento.

 

Mis amigos miraban los calendarios con la foto de Nadiuska. Yo imaginaba siempre a Mercedes. Sus tacones de aguja, su cabello recogido con moño italiano, su insinuante Cruzado Mágico bajo las camisas de popelín recién planchadas y sus faldas de tubo ―con abertura trasera― resaltado el sensual balanceo de su pelvis.

 

Cuando llegaba al colegio, los maestros carraspeaban y el cura escondía las manos en los bolsillos de la sotana para calmar su rosario. Cada cual hacía sus cábalas: «¿Será una pervertida con cara de ángel o una ingenua con maneras de Femme Fatale?» Obviamente, era la única que te dejaba entrar en clase, aunque llevaras los pantalones unos centímetros por encima del suelo. Sonreía y te guiñaba un ojo mientras decía: «Mis queridos salvajes, ¡crecéis demasiado rápido!».

 

***

 

― ¿Le pasa algo? ―escuché de pronto.

 

―Nada, Señorita Merche ―contesté atribulado.

 

―Anda, ¡si eres mi Juanito! ¿Por qué no me lo has dicho antes?

 

Me había reconocido pese a que habían pasado más de tres décadas. Me sentí el hombre más afortunado de la Tierra. Entonces, recordé ese lapsus de vida que se repetía en mis sueños una y otra vez cuando me trasladaban al hospital resguardado entre sus brazos. Era ella. La señorita Merche: la profesora de Ciencias Naturales.

 


©Anna Genovés

Revisado el 3 de agosto de 2022

 


#relatos #letras #cultura #escribir #leer #vida #adolescencia

 

*Relato incluido en el libro de relatos La caja pública, Asiento propiedad intelectual 09/2015/427. disponible en formato papel en Amazon. ISBN-10‏: ‎ 1502468433 ISBN-13‏: ‎ 978-1502468437

 

 


La señorita Merche

by on 20:20:00
  La señorita Merche     Merche olía a jabón a flores recién cortadas a deseo entre las piernas a ternura deseada     Hacía tanto calor que ...


 


Asylum

 

 

Cuando era joven,

casi una niña,

mi vida quedo truncada

y dejó de ser vida.

 

Era bonita e ingenua;

una flor recién nacida,

y los pétalos se truncaron

apareciendo estrías.

 

La sangre corría por mi cuerpo

mi corazón gemía.

 

Cuando era joven,

casi una niña,

mi vida quedó truncada

y dejó de ser vida.

 

 

 

Nos conocimos en un guateque. Éramos las reprimidas que no bailaban ni bebían: chicas del comediscos. Tú, la guapa. Yo, la fea. Los chavales huían de mí. A ti, te perseguían. Tan iguales por dentro y tan distintas por fuera. Nos hicimos amigas mediante un pacto a la vieja usanza: aguijoneamos los dedos y cruzamos nuestros hematíes. Fuimos hermanas de sangre hasta que me abandonaste por un chico. Entonces, dejé de hablarte, de mirarte, de reír tus gracias… Un día me arrojé a las vías del tren con un papelito en la mano que decía: «Tú tienes la culpa». 48 horas después, mi fotografía yacía sobre un féretro rodeado de pétalos floridos. Mi madre, de negro riguroso, no quería que oliera mal. Sin embargo, mis restos amputados se descomponían a marchas forzadas.

 

 

En el sepelio, mi ataúd se deslizaba con una camilla hidráulica entre los hermosos mausoleos de color ceniciento como tu rostro, hasta el nicho. Tu cuerpo tiritaba cuando lucieron los adobes que lo emparedaron. Te encerraste en casa. Dejaste de comer, de hablar, de soñar, de reír… no te apetecía nada. Por desgracia, tu familia conocía al director del psiquiátrico. Nadie te acompañó a las sesiones: acabaste sola. Agrietado el corazón que mutilaba tu alma. Cada vez que traspasabas la verja del sanatorio, los gritos de los confinados irrumpían en tus oídos: acufenos permanentes. Los enfermos andaban sueltos; hombres y mujeres deformes con caras enajenadas. No te gustaba ese lugar repleto de sufrimiento donde los muros sangraban.

 

 

Te metieron en una sala con azulejos blancos como la muerte; estabas muy asustada. Tenías una pesadilla recurrente: «Bajabas corriendo las escaleras de un garaje sin retorno. Yo te perseguía. Te atrapaba. Arrancaba tu carótida de un bocado; mi cara llena de gusanos. Mi sonrisa desdentada». Saliste de esos sacrílegos pensamientos, cuando entró el Dr. Mortem para conocerte y pautar la botica milagrosa que te devolvería la vida. Pero pasó el tiempo y no mejoraste. Atiborrada de barbitúricos, te convertiste en un muerto viviente. El psiquiatra decidió aplicarte terapia de electroshock. Tu cabeza estaba llena de babosas que se acoplaban a tu cráneo y succionaban tus pensamientos. Por último, te colocaron una esponja en la boca para que no sufrieras. La sacudida hizo que te retorcieras como en un mal ataque de epilepsia. No chillaste. Sin embargo, tus ojos se quedaron en blanco; parecías la niña del exorcista.

 

 

Cuatro meses después, te internaron en el sanatorio. Llevabas una bata blanca manchada de papilla. Te cortaron el cabello al uno, y lo poco que te quedada, lo arrancabas de cuajo a estirones. Unas ojeras profundas incrustadas en tus entrañas ensombrecieron tus facciones. Te vi desde arriba e imploré que me acompañaras; las cuencas vacías de mis ojos buscaban alguna lágrima perdida. Esta mañana, has aparecido ahorcada del techo de la sala común. La lengua fuera, los labios amoratados y el cuerpo rígido. Me he acercado a ti para consolarte: «Amiga, siempre estaremos juntas».

 

 

©Anna Genovés

Propiedad intelectual: 09/2013/2345

Rectificado el 28 de julio de 2022

 

* Dedicada a mi amiga Amparo Juárez (fallecida el 28 de abril de 1975 en accidente de tráfico)


#relatos #terror #relatogotico #relatofantástico #lecturas #escribir #ficcion #annagenoves #realismo #realismosucio


*Relato incluido en el libro de relatos La caja pública, Asiento propiedad intelectual 09/2015/427. disponible en formato papel en Amazon. ISBN-10‏: ‎ 1502468433 ISBN-13‏: ‎ 978-1502468437

 

 


Asylum

by on 17:17:00
  Asylum     Cuando era joven, casi una niña, mi vida quedo truncada y dejó de ser vida.   Era bonita e ingenua; una flor ...

 




PROMO: Pasillos nocturnos GRATIS

 


Amigos el poemario Pasillos nocturnos se puede descargar GRATIS hasta el viernes diecisiete de diciembre, en Amazon.  

 


¿De qué trata? Os lo explico en unas palabras…

 


Pasillos nocturnos es una antología poética publicada en 2016 que recoge más de trescientos poemas escritos en las últimas décadas de diferente género. Aunque, mayoritariamente son post-simbolistas, incluye poesía clásica, erótica, post-beat, social, prosa poética… e incluso alguna romántica.


Un tótum revolútum para amantes de los versos –con poemas, quizá, buenos, y otros, infumables— que no pude ordenar en su momento y que publiqué con muchas ganas, sabiendo que tendría poco recorrido, ya que, en el ‘cada vez se lee menos’, tal vez, la poesía sea la más perjudicada. 


Reagrupar este libro me sirvió para tonificar la memoria y perpetuar algunos sentimientos olvidados.


Los poemas personalizados y románticos, son los antiguos; los sociales pertenecen a una etapa intermedia; los desgarradores y los que inhiben algunas palabras, los más actuales.


Os dejo una muestra que he recogido abriendo el libro por páginas diferentes, si escoger este o aquel… los que han salido. Cada cinco días subiré GRATIS un libro publicado en Amazon.


Muchas gracias.



 



Pasillos nocturnos

Poemario

 

  

Anna Genovés

 

 

Copyright © 2015 Anna Genovés

Asiento de la Propiedad Intelectual

09/2015/430

ISBN-10 1522923373

ISBN-13 9781522923374

 

 

 

La tumba, confidente de mi ensueño infinito,

(porque la tumba siempre comprenderá al poeta),

en esas largas noches donde el sueño ha huido,

Dirá; ¿De qué te sirve cortesana imperfecta,

no haber sabido de lo que lloran los muertos? —

Y tu piel roerá el verme como un remordimiento.

 

Charles de Baudelaire

 

 

 

El perdón

El perdón torna pluma al yunque

hace que el rostro se relaje

y el cuerpo se limpie

que los ojos rían

y la boca silbe

que los brazos abracen

y las piernas se agiten

que el corazón lata con fuerza

y el alma tirite.

El amor vuelve

a los muertos, vivos

a los solitarios, accesibles

y a los canallas, sublimes.

 



Cruz

Una línea horizontal

cruzada por otra vertical

señal de la cruz

flor de cuatro brazos

y una cola

perfume de madera

nodriza del mañana

abuela del ayer

mar calmo

espuma mecida por olas

Jehová y su fuego

un ángel caído: Jezabel

senectud

discordia

ataúd de hiel.

 

 

 

 

La vela

Cierra los ojos y dibuja una curva elíptica

en la sombra de la noche

en la ventana pírrica,

sabe que las verdades la confunden:

puro almizcle.

No desea seguir cuesta abajo

entre narcisos blancos

y petunias,

prefiere subir hasta el monte

donde crecen los abetos y las flores.

Los arbustos amparan sus mañanas

el cielo diáfano la mira

entre nubes en manada

y sol de adobe,

entre girasoles cerrados

y miel de abejas.

Su simiente es la vida

su pasión la vela,

esa que surca el océano

y después se pliega,

esa que camina sobre tsunamis

y espuma en la orilla,

esa que dibujan sus ojos

mientras sueña perdida.

 



Beso a la muerte

Todos los días beso a la muerte

su rostro de porcelana, sus ojos verdes

su espalada curva, su cabello blondo

marmórea

risueña

inerte.

Todos los días beso a la muerte

con su carita de niña buena

que no se quiere

ingenua

despiadada

efervescente.

Todos los días beso a la muerte

la veo entre los ancianos

entre los adultos y los inocentes

pacífica

solícita

impertinente.

Todos los días beso a la muerte

a cualquier hora del día

con el Sol en el horizonte o la Luna silente

hermosa

resignada

diferente.

Todos los días beso a la muerte

entre lirios y orquídeas blancas

entre árboles o matorrales verdes

grácil

soberbia

decadente.

Todos los días beso a la muerte

me da pena su soledad

y la abrazo con ternura

sonriente

lejana

omnipotente.

Todos los días beso a la muerte

cada mañana tiene una apariencia

distinta a la anterior, a veces no la reconozco

mujer

hombre

niño

gato negro

silvestre.

Todos los días beso a la muerte

y un día caminaré con ella

atada a su guadaña con capa negra

humana

infernal

celeste.

 



Huele

 

Huele a sangre

a menstruación

a mujer viva

a persona muerta

a entrañas heridas

a útero con pena

a niños que nacen

y ancianos que marchan

a enfermos tristes

y a viejas sin nalgas.

Huele a sangre

a menstruación

a carne tierna

a piel desquebrajada

a tumbas abiertas

a huesos flexibles

a músculos rotos

a ojos ensangrentados

a muertos que hablan.

Huele a sangre

a menstruación

a dolor y calmantes

a chillidos sofocados

a vientre hinchado

a hormonas yermas

a senectud en la niebla

a juventud que llega

a flor que se abre.

Huele a sangre

a sangre seca.




 


Facebook

La madre de las madres; madeja que nunca se acaba, que todos adoramos por la noche y la mañana. Sin ti no somos nadie: nuestra existencia se debilita, convertidos en papeles arrugados que cristalizan. Muertos vivientes sin ojos ni horizontes, muñecos rotos exentos de futuro, trigo quemado en los campos, flor marchita en jarrón seco. Nos das el pan y el vino de cada día, la jarra de agua y el bocadillo. Tendríamos que adorarte, Facebook; eres el dios terreno. Sabes cuándo respiramos, cuándo estamos alegres, cuándo lloramos y lo mucho que te queremos. Ídolo apócrifo que simulas amarnos, siendo simplemente un ritual de cables y sentimientos aglutinados. Ensamblas la soledad de las personas; eres nuestro secreto a voces: nuestro cartel publicitario. Hoy nos acoges, mañana nos rechazas. Hoy vamos al cielo, mañana al infierno. Ángeles o demonios, tenemos cerebro. Protesto contra el mundo, contra el rebaño que te venera. Si he de agonizar en soledad, seré un templario defendiendo San Juan de Acre hasta la muerte. La espada, mi pluma. El credo, mi cielo. La oración, no soy tuya. El amor, mi libertad: no te la doy y no te la vendo. Los barrotes no me agradan, aunque sean invisibles y tengan la sonrisa de un te quiero.

 



Fluido

Siento el veneno en mis entrañas

un chute de morfina

que invalida mi pensar

el cielo es verde

no hay luna, no la hay

el día llegó a su cenit,

fumo un cigarrillo

sin boquilla, para no pensar.

Pero sigo ensimismado en el sol que no calienta, la nieve que fluye, el fuego iceberg y la tierra manantial. Mentiras sin despertares, independencia del querer. Nada importa en este mundo de papel. Un chino y un chapapote, un reducto de conciencia que se esfuma y no ve. Reducto de nada, porque la nada no quiere ser.

La vena bombea, la sangre mana, el suero se acaba y tú te evaporas por el aire, ese que respiro con pulmones lanosos. Ese que sujeta mis entrañas, granas, extrañas… No estás aquí y poco importa, sigo con la bata verde otra hora.

La una

las dos

las tres

las cuatro

la botella se acaba y también

tu abrazo.

La muerte me

fascina. Me fascina, hermano.

 



Mi lengua

Mi lengua sisea dentro de tu boca buscando ese calor ahumado que me gusta entre tus olas. Mi lengua recorre tu piel con los dientes de tus vertebras quebrados entre mis dedos. Mi lengua vira en tus recovecos, esos que exploro con lágrimas que brotan. Mi lengua recorre lo oscuro de tu mente y focaliza tus miedos en las papilas gustativas para saborear tus aflicciones; eliminando la pena que te martiriza. Mi lengua, degusta tu rocío, ese que irrumpe, sin remedio, entre tu vientre y el mío. El mío exhausto de amores, el tuyo cubierto de flores. Mi lengua, mata; es Panero reencarnado fosilizado en mis manos, las que tiritan de amor las que clavan clavos, las que maltratan a los hombres. Hombres fuertes y hombres ajados. Mi lengua, habla con miles de voces, lenguas que no se comprenden, que son atroces. Mi lengua, ha nacido para amar y odiar al mismo tiempo; es osada y perspicaz, siente muy adentro. Mi lengua sigue la curvatura de tus brazos, deslizados en mi tronco, entre mi pubis y mis pezones; sables que desdeñan tus caricias, sables con un filo que guillotina tus temores. Mi lengua es tuya, si quieres te amo y si no me marcho por la puerta y sigo mi ruta; sin mirar atrás, antes de ser tuya. Antes de que perezca.

 

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Editado, también, en formato papel tapa blanda.

 
















Verdades y mentiras


Llega el verano cargado de sopor. Días calurosos y flores con pétalos tenues. Fugaces. Sol. Los coches aparcados tiemblan de calor. El kiosco de la esquina está abierto.

Libros, periódicos, revistas…

Vacío: nadie mercadea

La calle, repleta de fumadores, bebedores y otras hierbas. Las terrazas de helados, llenas. Los constipados entre hojas de espinas e inocencia perdida, en su mejor momento.

Encajes ribeteados de sombras

caminan por las aceras

Las ventanas abiertas con geranios que iluminan. Los escotes entre pechos sudorosos y miradas lujuriosas. Piernas largas y falditas. Cigarrillos medio caídos, junto a árboles frondosos.

Jardines con niños

columpios y madres jóvenes.

El jazz de Armstrong y Coltrane, domina los cuerpos. La sensualidad, huele a preñez. A viento encajado en la materia. A bofetada en el rostro quedo. El cielo de espuma clara, expresionista.

Matisse en sus lienzos

Flaubert en su novela

Rimbaud en un poema

Keruac besaría su materia

Mientras los celajes se agrandan, el día se ahoga. El astro nocturno brota. El horizonte escarchado vibra en lo alto de cielo. Místico. Atractivo y misterioso; noche de bodas.

Redonda, de porcelana.

muñeca china, fértil

Los semáforos están en verdes y Don Draper bebe. Piensa en Lost in Translation. Es un visionario. Un publicista. Todo se compra y se vende. Hasta las estaciones del año.

La primavera cede días al estío

por un puñado de dólares,

euros o yuans

El otoño encarcelado por dormir con el invierno. Una mañana, te azota el frío. La otra, el sol quema tus huesos. Tanto tienes, tanto vales; aunque bailes en el Ritz o duermas en una esquina.

Prostitución suprema

carné de “no tengo venéreas”

Una virgen –la única— se entrega. Su primer amor. El amante envuelto en papel de seda. Sus piernas, trémulas. Su núcleo exaltado: esencia fina. Su mente en el país de Alicia. Prodigios a flor de piel.

Sorpresas en las hojas

cristalinas de sus pupilas

Un niño compra un caramelo con el dinero del tío; se le antoja perfecto. Es Caperucita. Su pariente, el lobo. Dientes crujiendo en la piel nívea. Iris dilatados, voraces, endiablados. Disfraces y hadas madrinas. 

Banquete suculento entre malvavisco

y cuestas lisas

El incesto se consume encajado de pedofilia. Sangre roja. Claveles en las rejillas. Voces que tararean. Casas encaladas. La blanca Andalucía. Trajes de luces, de faralaes, de romería.

Luis Rosales

Antonio Machado

Federico García Lorca…

Cervantes. Campos de Castilla. Molinos de viento. Dulcineas del Toboso y de su casa misma. Mentiras y verdades contadas de boca a oídos. Personas que nacen y se marchitan.

Luz a raudales

en la cuenca del río que va a la ermita



Agua que baja

manantial que vomita



Tu corazón es mío



Tu alma, tirita



©Anna Genovés
12/04/2013
Corregida
20/07/2014
Propiedad Intelectual
V ― 488/490 ― 14








                                                             

 



Los chicos de mascarilla y mirada gacha

 

Esta mañana al subir la persiana he visto a dos chicos cruzarse por la acera de enfrente; nada tendría de singular si no fuera porque ambos llevaban una lata de cerveza en la mano. Eran las 9:00.


Me ha dado por reflexionar, para variar. Anoche me enviaron un vídeo que hablaba de unos telares valencianos con una caída de producción del 94% y de las inexistentes Fallas. También mostraba curvas sobre esa economía que se esfuma a pasos agigantados por el WC y los muchos negocios que se han ido al carajo con la consecuente destrucción de empleo. Pensé en la hostelería, en los comercios –de todo tipo: confecciones, deporte, automóviles, inmobiliaria…— cualquier PYME entra en este saco lleno de agujeros que no pueden remendar ni las mejores modistas del mundo.


Vivimos una hecatombe en la que la producción está a punto de tocar fondo y da igual que hablemos de Nemos que de Moby Dicks. No se salva nadie. Motivo por el cual y, muy a mi pesar, le contesté a la colega del envío que no estábamos ni para Fallas ni para Carnavales venecianos ni para toros embolados de esos pueblos chiquitos en el que, estas fiestas ancestrales y para mí desagradables, son tan importantes como para nosotros La Cremá de los monumentos falleros.


No, no y no. No estamos para ninguna fiesta o para alguna... con muchas, muchísimas precauciones. Solo podemos y debemos preocuparnos por mantener la calma, seguir las recomendaciones sanitarias a rajatabla –nos gusten o no, se contradigan por la nueva cepa o por los mercados pulsátiles de las farmacéuticas que se han vuelto más avariciosas y desagradables que El Avaro de Molière— y, quien sea religioso, que rece a ver si los dioses nos devuelven un poquito de por favor a esta castigada sociedad que se derrumba como un castillo de naipes.


Me pregunto mirando la litografía de Tolouse Lautrec que tengo enfrente –como si la dama del Moulin Rouge fuera a contestarme— ¿de qué serviría que la economía estuviera menos castigada si entramos en una fase de empeoramiento pandémico en el que los contagios, los enfermos que necesitan hospitalización o UCI o, por desgracia, los decesos, suben? ¿Y si el personal sanitario cae y no puede atender a los que estén mal? ¿De qué serviría en esos casos, o en situaciones similares, que volvieran los festejos del mundo y, de paso, la juerga –que a todos nos agrada—? ¿Quién los disfrutaría? ¿Quién se lo pasaría en grande? Tal vez, pudiera hacerlo una población inmunizada. Pero... ¿Cuándo llegaremos a ese escenario que puede devolvernos parte de la libertad y de las ganas de vivir sin prohibiciones tan horrorosas como necesarias? Es algo que todavía está por ver. Cada virólogo, biólogo, inmunólogo… y etcétera. Expone sus pareceres, incluido matemáticos y estadistas. Muchos se atreven a vaticinar como Nostradamus. Y, a veces, aciertan. Sin embargo, no deja de ser pura especulación, acertada o no.


Aunque, fijaros, siempre existen ingenios lo suficientemente divertidos y seguros como para un dance acompañado incluso en pandemia. Los rockeros del grupo estadounidense Flaming Lips han dado un concierto con público, sumergidos –tanto músicos como espectadores, práctica que ya habían escenificado con anterioridad— en burbujas inflables individuales. O sea, hay que montárselo de alguna forma para seguir adelante; lo dije hace muchos meses, que nos calcen EPIS individuales a todos y solucionado. Es una broma que puede convertirse en realidad. Desde luego, hay que cambiar costumbres e incluso tradiciones.




Todo está en el aire que respiramos, hasta el puto coronavirus con todas sus mutaciones. El bicho que quiere aniquilar la Humanidad. Muchos me llamareis tremendista, pesada, catastrofista… ¿Y qué? A quien no le agrade mi prosa, que no la lea. Soy de las que deseo lo mejor y estoy preparada para lo peor. La vida NUNCA fue el cuento de Princesas de Disney. Por lo general, es un ring. Con el agravante actual, los monstruos de la novela El que susurra en la oscuridad de Lovecraft, son lo más parecido. Tenemos que andar con mucho ojo porque son despiadados. 


Los jóvenes que se cruzaron esta mañana en la acera de enfrente, eran los chicos del segundo piso –uno vive en la puerta tres y el otro en la cuatro—; crecieron juntos, jugaban, reían… eran buenos amigos y hasta compartieron la primera novia como si fueran gemelos que juguetean con fuego. Uno trabajaba en una multinacional y el otro tenía una Pyme. Actualmente, ambos están desempleados y lucen con mascarilla y mirada gacha. Tan gacha que ni se han visto.

 

@Anna Genovés

Martes veintiséis de enero de 2021


#economia #actualidad #opinion #panorama #pandemia #mascarillas #distanciasocial #coronavirus #covid19 #tristeza #verdad #ingenio #tradiciones #costumbres 


 

JL Moreno Ruíz: un irreverente de gran corazón 


Cuando me abrí camino por la blogosfera –allá por el lejano 2010— conocí a personas muy diferentes.


Me llamaron la atención muchas... Demasiadas. Pese a ser talludita y escribir, en aquella primera etapa, realismo sucio, se me hacía una montaña leer ciertas cosas...

 

Pero, era entonces o nunca. Pillé un blog de un tal JL Moreno-Ruíz en el que aprendí a defenderme –a capa y espada— de envites de esas gentes descaradas y muy, muy cultivadas que hablaban de fábulas incomprensibles que me hacían investigar y aprender historias desconcertantes; hasta descubrí que tenía un punto Retana que se difuminó cuando el jefe cerró el Blog.


El jefe era ese tal JL Moreno-Ruíz del que he hablado y su blog se llamaba ‘Contradiarios’. Hace unas horas, he descubierto que se ha marchado. 


Pocas personas me han dado la mano con la palma abierta y me han tomado en serio. Sin embargo, JL, que escribía un rato bien, aunque no fuera del agrado de la mayoría por su pluma satírica, criticona y desvergonzada, siempre me guiñaba un ojo y me decía: "Tú, escribe". 


Descubrí que, bajo esa apariencia de macho irreverente, existía un hombre generoso y de gran corazón que se brindó, entre otras cosas, a escribir el prólogo de la primera novela que publiqué en Amazon sin pedir nada a cambio. Algo que no olvidaré y que guardaré en la memoria como un pedacito de existencia que mereció la pena vivir. Hoy, al revisarla, he visto que estaba dedicada a mi compañero y a JL. Y me alegro. 





Blogger desde 2007, JL, fue un dramaturgo que inventaba personajes y los dejaba bailar a sus anchas por el ciberespacio; él se replicaba y hasta podía descojonarse de sus propias chorradas o aplaudirlas, según le daba. Y, es que, lo hacía con tal gracejo que, sus lectores –amigos, enemigos, fans, colegas, haters… lo que fuera— nos descojonábamos y entrábamos en su juego más a gusto que si estuviéramos en una bacanal prolífera. Ciertamente, le sobraba ingenio y gallardía.


Su vida da para varias enciclopedias, aunque nunca sabré si todo lo que decía era cierto. He ahí el galimatías que se ha llevado a ese lugar que todos visitaremos algún día.


Y, ahora, JL, con tu permiso, me voy a tomar un Bourbon a tu salud. ¡Ah! Recuerda que, el libro que te prometí queda a buen recaudo, en la estantería de casa. 





 @Anna Genovés

Veintiuno de enero de 2021


José Luis Moreno-Ruíz nació en Santander en 1953 y voló hacia una galaxia perversamente divertida el 21 de enero de 2021



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Recuerdos y menciones a JL

De la Modernosa Movida y otras cavernas - blog Caminando por la Luna. 30 oct 2016  


José Luis Moreno-Ruiz habla de NWTY - En librillo Ramón Buenaventura


Rosa de Sanatorio - Mon Magán


Intraliminal. Ejercicios exudatorios para virofóbicas - José Luis Moreno-Ruiz, 1994


Jose Luis Moreno-Ruiz - Discogs


Blog de JL Moreno-Ruiz  2018-19


José Luis Moreno Ruiz cierra su blog – Asperezas, 20 de abril de 2010


Historias Muy Pequeñas III - Al Este de la Luna, 3 de febrero de 2015


Fantasía cuenta El sombrero loco - El Flautista en el Umbral del Alba  


Reina de los monos – José Luis Moreno-Ruíz, Estrella Digital